RESEÑA: Vingança (Mari Penteado & Eduardo Campos, 2025)
- Ciclos shorts fest

- 5 ago
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Virginia, una mujer trans camina por la calle, visita casas, saluda con amabilidad, hace preguntas con interés genuino, se despide con una sonrisa. A simple vista, nada extraordinario. Pero si miramos con atención, cada gesto suyo encierra una pequeña batalla.
Vingança es un cortometraje brasileño dirigido por Mari Penteado y Eduardo Campos, en el que seguimos a Virginia durante un día de su vida. La vemos en su casa, haciendo café, cuidando sus plantas. La cámara se queda ahí, sin apuros, invitándonos a estar con ella. Luego llega a su trabajo en un centro de salud, donde interactúa con diferentes personas. Hay cariño, hay comunidad. Sin embargo, Vingança no se deja atrapar por lo lineal. En medio del relato cotidiano aparece una escena que quiebra el tiempo narrativo: Virginia, sentada sola en un cuarto oscuro, pronuncia un monólogo que evoca los juicios por brujería de la Inquisición, en los que las mujeres acusadas eran arrojadas al río. Entonces declara: “Yo soy más que una bruja y no me ahogaría, ni tampoco flotaría. Bebería toda el agua y me alejaría caminando, con esperanza y súper hidratada.” Esta frase, que encierra tanta fuerza, nos lleva a preguntarnos: ¿qué significa beber toda el agua de un mundo que quiere aniquilarte? ¿Qué significa seguir andando a pesar de todo?
Hay una resistencia tranquila que aparece en diversas escenas. Mientras recorre casas para hacer censos de salud, el cortometraje nos deja imaginar lo que Virginia siente: la incertidumbre al tocar una puerta y no saber quién responderá, el riesgo constante de ser rechazada o agredida, el peso de saberse vulnerable en una sociedad que es violenta con las identidades trans. Pero ella no se encierra, no responde con desconfianza. Se abre, se conecta, escucha. No solo cumple con su trabajo: también deja algo suyo en cada encuentro. Su calidez. Su alegría.
Más adelante, se reúne con amigas trans. Comparten recuerdos y se aferran a una idea que atraviesa todo el cortometraje: “Nuestra mejor venganza es existir, es seguir vivas.” El título de la obra se revela entonces en todo su sentido: la venganza no se ejerce desde el odio, sino desde la obstinada persistencia de la vida. Vingança no idealiza ni victimiza. Muestra una vida real: con cansancio, con belleza, con risas, con miedo. Y lo hace con una mirada profundamente humana.
Este cortometraje no recurre a escenas explícitas de violencia ni al dramatismo excesivo. Su poder está en lo sutil: en la luz del sol, en las plantas que crecen, en la voz de una amiga, en una torta de cumpleaños, en una taza de café, en atreverse a vivir un día más. Porque ahí, en esos gestos pequeños, también se hace resistencia.













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